LA MIRADA EXPANDIDA -C/ Avinyò 46 BARCELONA






EL RETRATO COMO INVENCIÓN


La aparición de la fotografía puso en crisis la idea de la mímesis en las artes, idea que ya fue criticada por el mismo Platón, que expulsó a los poetas de la República por practicarla. Entendiendo que el arte no debía ser copia de la realidad, sino recuerdo, actualización o proyección de un recuerdo. Llevamos, por tanto veinticinco siglos de un debate que no se ha cerrado. ¿Deben las artes reflejar la realidad? ¿De qué modo? ¿Imitando la apariencia o el movimiento interior? Este debate se agudiza cuando la materia de las que estamos hablando son “retratos”.

Seamos directos, la realidad no existe y menos aún para el arte. Incluso la más simple de las percepciones es una conjunción de datos de los sentidos y proyección sobre ellos. Pero en el terreno artístico esto es más evidente. Vladimir Nabokov en su Curso de literatura europea clama contra el sentido común por ser el más dañino de los sentidos, porque se nos instala en la butaca de al lado lleno de convencionalismos y lugares comunes y solo permite que nos hagamos preguntas sin alcance.

Preguntado Picasso por la falta de parecido con el original de su famoso retrato de la escritora Gertrude Stein, parece ser que contestó: “Ya se le parecerá”. Esa osadía encierra una verdad incontestable. Hoy, desaparecida la modelo y hasta el pintor del cuadro, la escritora está viva en el retrato de su amigo.

La mirada de Tony Soto nos acerca a una serie de retratos en los que el mundo personal no se limita a los seres cercanos, que también, sino a los autores y autoras que la pintora ha conocido, leído y admirado. El mundo intelectual encarna en forma de proyección plástica y Walter Benjamin, Enrique Vila-Matas o Agustín García Calvo e Isabel Escudero, se convierten aquí ¿definitivamente? en lienzo, alcanzando una realidad superior a la del mundo de las ideas, la del mundo de los objetos.

La base de estos retratos parece ser la fotografía, ese arte nuevo sobre el que con tanta lucidez han escrito Benjamin o Rosalind Krauss. Y precisamente Benjamin nos acerca a otra de las paradojas que nos asaltan con estos retratos. Con un engañoso aire Pop, estas obras parecen ser reproducciones o series, pero no lo son. Hay una especie de nostalgia de la obra única, por ello la técnica utilizada es el óleo sobre lienzo, como si el aura de la que hablaba Benjamin pudiera ser recuperable para la obra de arte.

Y con Vila-Matas completamos ese ataque lúcido a la realidad, porque en su obra se nos hace patente la irrealidad de todo arte, más aún, la irrealidad de toda realidad. El mundo es una comedia para aquellos que piensan y una tragedia para aquellos que sienten, decía Horace Walpole. Pero no es nada por sí. No tiene, afortunadamente, consistencia. De ahí la necesidad del arte, la necesidad de la poesía. Porque solo el arte construye el entramado que nos lo hace habitable.


Antonio Molina Flores

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